SDC, nosotros y una fiesta swinger

Fiestas sw con SDC

¿Qué es SDC?

Swingers Date Club

     Para la comunidad swinger internacional, SDC es un referente obligado. De ellos surgió, en 1999, la idea de aprovechar el boom de la internet y reunir en una red social a los libertinos del mundo. En México, su presencia se hizo tan importante que, cuando nosotros comenzábamos a explorar el ambiente, la gente se refería a ella como “La Página”. Actualmente, se trata de una empresa gigantesca con más de tres millones de miembros en 50 países que ofrece contactos entre parejas, organiza viajes y cruceros para adultos, promueve fiestas y, en fin, está presente en prácticamente todos los aspectos de la vida SW. Más allá de contactos swinger, la página permite diferentes actividades como chatear o hacer citas de último momento. A nosotros nos gusta, por ejemplo, programar nuestros viajes para que parejas del sitio que vamos a visitar se pongan en contacto con nosotros para turísticas travesuras.

Páginas de contacto swinger

¿Y por qué les cuento todo esto?

     Bueno, pues resulta que nos acaban de invitar a ser pareja anfitriona en la Ciudad de México. Eso quiere decir que a partir de ahora, queridos lectores, nos podrán ver en las pachangas y reuniones que organice SDC. La primera de ellas fue el viernes pasado, por ventura nuestra que nos encanta estar entre amigos, en Libido. Llegamos puntuales a la cita. Siempre hay una primera vez para todo,  y nosotros que creíamos haberlo hecho todo en un club SW, nunca habíamos visto un local de éstos con luces de trabajo. Nos reunimos con el Sr. SDC y con un par de edecanes de las que describir, de cualquier forma, su espectacular imagen, me haría parecer misógino frente los ojos de las nuevas conciencias internautas. Pero, además son simpatiquísimas. 

     Nuestra chamba consistió en ser nosotros y ser guapos. Lo hicimos lo mejor que pudimos y la fiesta estuvo de lo más divertida. Además, había un buen balance entre parejas nuevas y viejos amigos. Por lo tanto, Mariana y yo aprovechamos para comportarnos como nunca lo hacemos y conseguimos eliminar de nuestra lista de pendientes otro “nosotros nunca”.

Swing Gear


     Alguna vez platicamos que seríamos mucho mejores swingers y nos divertiríamos más si nos pusiéramos una misión para cada salida. Así como en Top Gear, pero en lugar de recorrer el Reino Unido en automóvil, nosotros deberíamos intentar dejar de lado nuestro iceberismo y lanzarnos en alguna conquista o a cumplir un reto autoimpuesto. Esta vez, y sin proponernos hacer la versión promiscua del irreverente show, las cosas se nos dieron de manera fácil. Breve antecedente para quien aún no lo intuye o no lo ha leído en anteriores entregas de Jardín de adultos. MARIANA Y DIEGO no saben, no pueden, nunca han logrado ligar. Somos verdaderos discapacitados sociales a la hora de aproximarnos a otras parejas. Claro que muchas veces conocemos gente nueva y podemos, con relativa facilidad, encontrar amiguitos para jugar, pero eso de acercarnos a hablar con alguien… oh no. No está en nuestro ADN. O no estaba.

      Como andábamos un poco en plan de trabajo y otro poco en plan de fiesta, aprovechamos las ventajas de cada una de las facetas. Vimos dos parejas guapas y descubrimos pronto que ninguna de ellas había estado antes en un club. Mariana y Diego, en su versión anfitriones decidieron que era buena idea acercarse a ellos y hacer funciones de socialité. Es decir, portarnos como verdaderos anfitriones. Nos aproximamos, sin atisbo de temor. Después de todo, no éramos sino unos unos oficiales del swing haciendo lo que habíamos venido a hacer. En ambos casos, preguntamos lo de rigor: que si ¿son nuevos? que si ¿a quién se le ocurrió entrarle a esto? que si ¿cómo llegaron a Libido? Y,  sorpresa, nos salió muy bien. Descubrimos que la estrategia de conversación “¿Qué necesitan y cómo los podemos ayudar?” funciona a las mil maravillas para conseguir una conexión que vaya más allá de la función que SDC nos había asignado. Encontramos unos amigos. Técnicamente: ¡Ligamos! 

       Independientemente de todas las personas con las que hablamos esa noche, y de que nuestro estar de fiesta-trabajo nos programó con una buena vibra y unas ganas especiales de pasarlo bien, lo pasamos bien de verdad, y logramos en el caso de una pareja en particular, completar el ciclo de la conquista: venir, ver, y vencer.

     No. No jugamos con ellos. Tampoco quisimos violentar su noviciado con una propuesta que, viniendo de miembros del staff, pudiera ser demasiado agresiva. Pero ya habrá tiempo; algo nos dice que esos chicos también encontraron en la fiesta, un poco de lo que venían a buscar. 

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