Libros: Antimanual del sexo de Valerie Tasso

Antimanual del sexo, un ensayo de Valerie Tasso sobre sexología
-Un ensayo sobre sexología que debería ser libro de texto-

Hace poco descubrí un término que me llamó la atención: "Discurso normativo del sexo", y rascando un poco llegué a la fuente original: Valérie Tasso y su Antimanual del sexo, uno de esos libros que lo hacen a uno decir "¿Dónde habías estado toda mi vida?". Como la autora habla con la sabiduría de quien lo mismo ha recopilado una enorme cantidad de experiencias de vida que de lecturas, gana credibilidad fácilmente. El libro desmitifica un buen número de tópicos que, sobre el sexo, usualmente damos por descontado, e invita a cuestionar aquellas certezas que, por el simple hecho de haber nacido occidentales, asumimos equivocadamente como realidades inamovibles. El texto se llama "antimanual" porque la autora no pretende dictar ni cátedra ni netas, sin embargo, denuncia con mordacidad la forma en la que el poder ha convertido al sexo en una minúscula parcela con límites bien definidos y la sexología mediática ha sido reducida al arte de dar recetas y lugares comunes. "Discurso normativo del sexo" es precisamente aquello que decimos sin pensar y que, al repetirlo sistemáticamente formatea lo inefable.

Me permito citar un fragmento del capítulo: "Todos podemos ser multiorgásmicos" en el que, precisamente, cuestiona nuestra obsesión por las megalómanas cantidades.

     "Me coloqué sentada encima de su cara, y él empezó a lamer. El orgasmo que apareció, sorprendentemente a los pocos minutos, fue un orgasmo de plena madurez. Su nivel de gratificación fue tan elevado que hizo que la excitación superara ampliamente el modesto periodo refractario. Con lo que después del primero vino el segundo. Y tras éste, otro. Era la primera vez en mi vida que enlazaba varios orgasmos en una misma relación.

        Para que eso sucediera, tuve que haber cumplido tres décadas, tuve que topar con una persona que por su físico y sus habilidades me dejara totalmente indiferente, es decir, completa y exclusivamente preocupada de mí y de mi placer, y tuve, eso también hay que decirlo, que haberme metido, unos meses antes, a puta. 

       En una sociedad que se rige por los niveles de producción, que sigue condenando la sexualidad no productiva (la que no genera y engendra: onanismo, homosexualidad, voyeurismo, fetichismo…), nadie puede rechazar los altos niveles de rentabilidad que procura la multiorgasmia. Quizá por eso la llamada multiorgasmia es uno de los grandes temas de la divulgación del discurso normativo. Las agencias de prensa de la sexualidad comme il faut y del «goce usted produciendo como ninguno» se encargan de divulgar a los cuatro vientos el superorgasmo o la secuencia infinita, sin dejar por ello un instante que nos olvidemos del «cómo» coital, sin dejar siquiera que nos preguntemos por otro «cómo» que no sea ése. Mientras, la señora, que bastante tiene en su casa con lo suyo, con su modesto orgasmo un sábado de cada tres si el mes es propicio, padece por no llegar a alcanzar estos excelsos niveles de rendimiento. 

     Decía Epicuro: «Nada es suficiente para el que lo suficiente es poco». Uno no sabrá a nada si pueden ser dos, y el tercero se quedará pobre si no se alcanza el cuarto. Ésa es la esclavitud de la generación en cadena, del «consiga usted todo lo que quiera» con el que suelen acabar los cuentos en nuestra sociedad postindustrial.

      Es muy posible que todos, como seres humanos, podamos comernos dos bocadillos de queso en diez minutos, o quince o hasta veintiséis, pero ¿por qué?, y ¿para qué? "

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